El Banco Central transmite tranquilidad ante la escalada del dólar

En medio de otra jornada de suba desproporcionada del dólar blue, Javier Milei logró algo casi inédito: unir a la dirigencia política argentina en una causa común. Tanto dirigentes como asesores en materia económica coincidieron en que el candidato libertario promueve una corrida cambiaria que será muy dañina para la población. Mientras tanto, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) intenta calmar las aguas.

Economistas y dirigentes políticos de todo el arco político salieron a cuestionar a Javier Milei por promover una corrida cambiaria

El ministro de Economía de la Nación, Sergio Massa, aseguró anoche que es «gravísimo tratar de poner en riesgo al sistema financiero». Al mismo tiempo, confirmó: «los ahorros de los argentinos están seguros».
En esta línea, el BCRA emitió un comunicado en el que sostuvo que «la estabilidad del sistema financiero es un bien público que se ha mantenido bajo distintos gobiernos y su liquidez y solvencia garantizan que podrá responder ante eventuales situaciones de estrés».
Se trata de una reacción previsible de parte de las autoridades gubernamentales, pero la sorpresa la dio la oposición. Hasta José Luis Espert, quien compartió espacio político con Milei, lo cuestionó. «Dolarizar sin dólares y recomendar una corrida bancaria, muestran el deseo inconfesable de destruir todo, prender fuego todo para recomenzar ¿Y la gente? Bien, gracias. Siniestro, pero «innovador» dirían en LLA», lanzó el libertario de Juntos por el Cambio.

Mario Negri recordó que Milei «hace una semana decía cuanto más alto esté el precio del dólar, más fácil es dolarizar». Sus dichos son una reiteración de la misma idea

A 8 ruedas cambiarias de las elecciones generales, la preocupación de la dirigencia política no es solo el impacto inmediato de esta corrida sino también el futuro. En este sentido, el economista y docente universitario Eduardo Levy Yeyati pidió no fogonear «corridas e hiperinflaciones» porque «son difíciles de parar» y, sobre todo, «no facilitan la gestión posterior y tienen un altísimo costo social».