En una muestra del pragmatismo que parecía haber extraviado en los últimos días, el Gobierno resolvió este viernes dar un sorpresivo barquinazo con el que terminó evitando lo que se perfilaba sería una victoria pírrica.
Cuando todo parecía indicar que se iría a la sesión con la consigna bullrichista del “todo o nada”, se anunció el sorpresivo retiro de la parte más importante de la ley de Bases
Tal cual veníamos anunciando los últimos días, las negociaciones entre el oficialismo y la oposición habían entrado en un terreno de indefinición del que no alcanzaban a salir. Trabajosamente habían logrado emitir dictamen de mayoría en la madrugada del miércoles, pero a partir de eso, el oficialismo no logró avanzar más. Por el contrario, se sucedieron desde entonces una serie de hechos que solo hicieron que la oposición “amigable” tomara distancia de los negociadores del Gobierno.
Sucesivamente, en el transcurso del miércoles se fueron conociendo textos del dictamen de mayoría que diferían entre sí, hasta que la última versión, aquella con la que se iniciará el debate en el recinto, difería de lo acordado y omitía aclaraciones trabajosamente pactadas. La polémica que acompañó entonces la emisión del dictamen no hizo más que enrarecer el microclima que acompaña a esta ley.
No obstante, el problema nunca fue ese, sino acercar posiciones con el Gobierno en una ley que ya se había reducido en 141 artículos, pero persistían diferencias irreconciliables.
Cuando el ministro de Economía tuvo el miércoles su día de furia tuitero, en el que lanzó advertencias con tono de amenaza a los gobernadores sacando de las casillas a un pragmático por naturaleza como Miguel Angel Pichetto, la negociación tomó un cariz impensado hasta entonces y los negociadores dejaron de ver la luz al final del túnel. Al día siguiente fue cuando en Hacemos Coalición Federal (el bloque liderado por Pichetto), e Innovación Federal (Pamela Calletti) dieron por concluidas las negociaciones y dejaron la resolución de los artículos que no habían podido acordar directamente para el día de la sesión. Lo cual hacía presagiar no solo una sesión extendida hasta extremos alarmantes, sino también una definitiva falta de acuerdo que no hacía presagiar un destino cierto.
Solo el Pro, con un comunicado emitido al final del jueves dejó clara su disposición a acompañar “de manera responsable esta votación para que el gobierno cuente con las mejores herramientas normativas que le solicita al Poder Legislativo”
Las matemáticas no favorecían al Gobierno: 38 (los diputados de LLA) + 37 (los del Pro) + 9 (aliados)= 84. Faltaban 45 para el número mágico de 129.
Así como a la luz de los hechos, el miércoles se resolvió que lo más “sano” sería evitar sesionar el jueves 25 -como se había especulado desde un principio- y dejar eso para el martes venidero, cuestión de resolver las cuestiones pendientes en el ínterin, ahora muchos se preguntaban si realmente la decisión sería ir sin acuerdos a la sesión, con todos los riesgos que ello implicaba.
No hay margen para seguir estirando los tiempos, se sinceró ante este medio una fuente parlamentaria de la oposición dialoguista. Pero con la misma amplitud de criterio interpretó que, dando por sentado que la aprobación en general estaba garantizada, “Milei se llevará una ley flaca en recursos”. ¿Cómo tomaría el presidente lo que todos presentarían como una derrota, por más que cuantitativamente se aprobara la mayor parte de los artículos? Mejor ni pensar.
“Pondrá el grito en el cielo”, anticipó un legislador opositor, vislumbrando la reacción presidencial ante una ley con alrededor de 170 cambios o eliminaciones
El desgastante debate había tenido consecuencias en la Casa Rosada, donde el presidente inició la reunión de gabinete del jueves por la mañana con un tono destemplado, precisamente por el cariz que tomaban esas negociaciones. Fue una reunión de gabinete muy tensa, con gritos de parte del presidente. “¡Es una locura las propuestas que hicieron!”, se le escuchó gritar Milei, que luego no saldría a desmentir la nota donde señalaban que el Presidente piensa dejar “sin un peso” a los gobernadores. Habitualmente presto para desmentir noticias y versiones, esta vez eso no sucedió.
¿Cuáles eran los temas que merecían mayores cuestionamientos? Retenciones; movilidad jubilatoria, una cuestión que no terminaba de convencer a nadie y había quedado atada al Fondo de Garantías de Sustentabilidad (FGS). “Es más probable que el artículo termine siendo rechazado a que se introduzca una fórmula de movilidad”, estimó ante este medio alguien cercano a la mesa de las negociaciones. “El FGS hoy lo pierde”, advirtió.
También quedarían afuera de la ley biocombustibles y pesca. Los capítulos enteros. También los relacionados con la cultura
Y lo mismo se vislumbraba para el tema de las privatizaciones. “Lo más probable es que no haya acuerdo y sea rechazado”, explicó una fuente, que relacionó eso con la indignación de Milei, quien terminaría su jornada del jueves echando al ministro Guillermo Ferraro, acusado de haber filtrado lo que el presidente no se preocupó por desmentir.
La decisión oficial de mantener la cláusula según la cual fuera una bicameral la que resolviera el destino de las empresas a privatizar, en lugar de ambas cámaras, como reclamaba la oposición, era otro de los temas muy resistidos por los bloques “amigables”. “Es peor que lo que pasó con el menemismo”, alertó un legislador, que habló de “corrupción, precios viles y amigos beneficiados”. Imposible de aceptar, cerró.
De los temas medulares de la ley de Bases, no salía ninguno. Por eso la ira presidencial y la guerra declarada a los gobernadores.
También se caería el capítulo relacionado con el financiamiento de la política. En cuanto al blanqueo, solo avanzaría si el Gobierno se aviniera a coparticiparlo con las provincias.
la ley podría salir, pero no cumpliría el objetivo de garantizarle fondos frescos al Gobierno
Todo eso sin contar lo que ya había resignado de entrada, temas que hacen a la “batalla cultural” del Gobierno en los que debió retroceder, como el capítulo ambiental.
Los artículos que beneficiaban a ciertos lobbies, como el petrolero, saldrían cambiados o rechazados. Por biocombustibles, el gobernador cordobés Martín Llaryora puso el grito en el cielo. Para la oposición, la ley vigente es “pésima”, pero la propuesta de Milei “es peor”.
Todo lo antedicho conducía a una sesión con final cantado y negativo para el Gobierno. Un esfuerzo monumental que terminaría con gusto a poco y nada. Fue, en definitiva, la causa del anuncio que el ministro Luis “Toto” Caputo terminó haciendo después de las 20 del viernes. Al cabo de una jornada matizada con versiones de más pedidos de renuncias y despidos.
Cuando se hablaba de un cese de las negociaciones, se supo de la presencia de Karina Milei en el Congreso de la Nación. Se la vio en el comedor del Senado reunida con Martín Menem -otro de los apuntados por los resultados de las negociaciones-, y Eduardo “Lule” Menem, primo del presidente de la Cámara de Diputados, y de estrecha relación con la poderosa hermana del presidente. El día de la asunción de Martín Menem al frente de la Cámara, la secretaria general de la Presidencia siguió el desarrollo de la sesión desde un palco junto a Lule.
La reunión se trasladó luego a la Casa de Gobierno. Horas después, el ministro de Economía anunciaría la decisión oficial de desprenderse del capítulo fiscal de la ley de Bases, para permitir la aprobación del resto del proyecto.
Cada uno la interpretó como quiso: la oposición más dura, como una derrota para el Gobierno; la oposición amigable, como una señal de racionalidad. El Gobierno lo explicó como una señal de que “escucha”.
Fue, en definitiva, una vuelta al pragmatismo. Un toque de sensatez
El comunicado posterior emitido por Presidencia de la Nación, aclara que “habrá que avanzar en el ajuste sobre la política tal como se están ajustando los argentinos debido a que el compromiso del Gobierno con el déficit cero es inquebrantable”. Mensaje para los gobernadores, que desde el miércoles quedaron en la mira.
Entre las cosas que se postergan, la reforma de Ganancias fue una de las que mencionó Caputo el viernes. Para desasosiego de los mandatarios provinciales, que saben que acá nadie puede cantar victoria.