Por Fabián Ruocco, Director Ejecutivo del Centro de Desarrollo y Asistencia Tecnológica (CEDyAT)
En la última década, la problemática que supone el cambio climático y la concientización de la necesidad apremiante de tomar medidas concisas que favorezcan la preservación del medio ambiente han sido temas centrales en las discusiones de estados, organizaciones y empresas.
En nuestro campo de acción, tecnología, sustentabilidad y conservacionismo van de la mano
En nuestro campo de acción, tecnología, sustentabilidad y conservacionismo van de la mano y con foco en ello trabajamos para apoyar y desarrollar proyectos que interpelen nuestra cultura depredadora de los recursos naturales, el modo en que vivimos, nos alimentamos y encaramos en la vida cotidiana. Entre otros tantos planes de acción, recientemente, estamos introduciéndonos al conocimiento y estudio del hidrógeno para ir hacia la transición energética.
El calentamiento global nos obliga a repensar la manera en generamos energía. La transición energética implica cambiar los sistemas actuales por otros de baja o nula emisión de carbono, basado en energías renovables. Muchos países están haciendo un esfuerzo por descarbonizar su matriz energética y este movimiento crea nuevas oportunidades, tal como un mercado del hidrógeno. Un mercado en el que Argentina tiene un gran potencial.
En un horizonte cercano a 15 o 20 años, el hidrógeno azul (aquel que se obtiene también a partir de combustibles fósiles, pero sin liberación de dióxido de carbono) constituye para la Argentina una apuesta importante porque nuestro país es un gran productor de gas natural. Esto es fundamental para desarrollar tecnología propia y contribuir a la generación de nuevos puestos de trabajo. En nuestro territorio existen las condiciones necesarias para posicionarnos como una referencia global: grandes extensiones con vientos, radiación solar, aguas abundantes y una matriz energética capaz de avanzar en la transición hacia las energías renovables. El mundo se prepara para iniciar una fase de alta demanda de hidrógeno y la Argentina, junto a América Latina, tienen lo necesario para convertirse en proveedores a gran escala.
Sin embargo, ese lugar privilegiado que podemos ocupar en la cadena de suministro puede verse seriamente comprometido si no nos ocupamos de lo urgente. Aunque disponemos de la Ley 26.123 de Promoción de Hidrógeno aprobada en 2006, la misma aún no ha sido reglamentada. En otros aspectos, la norma establecía la creación del Fondo Nacional de Fomento del Hidrógeno que sería financiado por el Estado y con aportes de terceros. A su vez, los proyectos contarían con beneficios fiscales para el pago del IVA y el impuesto a las ganancias para la adquisición de bienes de capital y/o para la realización de obras vinculadas a su desarrollo. Finalmente, el hidrógeno producido para ser utilizado como combustible vehicular no sería alcanzado por los gravámenes que rigen sobre los combustibles líquidos, el gas natural, el gasoil y la infraestructura hídrica.
Cuando no están reglamentadas, las leyes terminan por quedar en letra muerta. La falta de reglamentación constituye una violación a los principios contenidos en la Constitución Nacional o Provincial, con el agravante de que esta omisión implica bloquear la voluntad legislativa.
Estamos ante una posibilidad histórica de ser actores protagonistas de un mercado emergente, positivo para el medio ambiente, que genere posibilidades y empleos, que promueva todo el potencial de nuestros recursos humanos, ¿vamos a desperdiciar la chance?
Es imperativa la necesidad de darle un marco legal y normativo que regule su implementación
Es imperativa la necesidad de darle un marco legal y normativo que regule su implementación, que proponga las condiciones para la movilidad sustentable, que desarrolle incentivos, que delimite una estrategia general para acompañar al nuevo paradigma.
Lo importante es no demorar más lo urgente.