Opinión: El hidrógeno y la descarbonización de la economía, una oportunidad histórica que no debemos desaprovechar

El calentamiento global nos obliga a repensar la manera en generamos energía. La transición energética implica cambiar los sistemas actuales por otros de baja o nula emisión de carbono, basados en energías renovables. Muchos países están haciendo un esfuerzo por descarbonizar su matriz energética y este movimiento crea nuevas oportunidades. Una de ellas es el surgimiento de un “mercado del hidrógeno”, en el que Argentina tiene un papel por jugar dado su gran potencial para aprovechar este nuevo vector energético.

Argentina y un mercado muy atractivo
En un horizonte cercano, de aquí a 15 o 20 años, el “hidrógeno azul” nos ofrecerá una oportunidad que no podemos desaprovechar. Nos referimos a aquel hidrógeno que se obtiene a partir de combustibles fósiles, pero sin que exista liberación de dióxido de carbono a la atmósfera.
Apuntar a convertirnos en un actor importante en este mercado sería, para la Argentina, una apuesta estratégica, ya que nuestro país es un gran productor de gas natural. Contando con ese insumo, es fundamental desarrollar tecnología propia y contribuir a la generación de nuevos puestos de trabajo.
En nuestro territorio, existen las condiciones necesarias para posicionarnos como una referencia global de este mercado: grandes extensiones con vientos, radiación solar, aguas abundantes y una matriz energética capaz de avanzar en la transición hacia las energías renovables.
El mundo se prepara para iniciar una fase de alta demanda de hidrógeno y la Argentina, junto a América Latina, tienen lo necesario para convertirse en proveedores a gran escala. Sin embargo, ese lugar privilegiado que podemos ocupar en la cadena de suministro puede verse seriamente comprometido si no nos ocupamos de lo urgente.

La necesidad de un marco legislativo adecuado
Aunque disponemos de la Ley 26123 de Promoción de Hidrógeno, aprobada en 2006 por el Congreso, esta aún no ha sido reglamentada. Entre otros aspectos, la norma establecía la creación del Fondo Nacional de Fomento del Hidrógeno, que sería financiado por el Estado y con aportes de terceros. A su vez, los proyectos que se iniciaran en el marco de esta normativa contarían con beneficios fiscales referidos al pago del IVA y el impuesto a las ganancias para la adquisición de bienes de capital o para la realización de obras vinculadas a su desarrollo. Finalmente, el hidrógeno producido para ser utilizado como combustible vehicular no sería alcanzado por los gravámenes que rigen sobre los combustibles líquidos, el gas natural, el gasoil y la infraestructura hídrica. Cuando no están reglamentadas, las leyes terminan por quedar en letra muerta. La falta de reglamentación constituye, además, una violación a los principios contenidos en la Constitución Nacional y en las constituciones provinciales, con el agravante de que esta omisión implica el bloqueo de la voluntad legislativa expresada al sancionar dichas normas.

Lo urgente coincide con lo importante
Hoy, en el caso del hidrógeno, nuestro país está ante una posibilidad histórica de ser actor protagónico de un mercado emergente, positivo para el medioambiente, que genere posibilidades y empleos, y que promueva todo el potencial de nuestros recursos humanos.
¿Vamos a desperdiciar la chance que se nos presenta? Es imperativo darle al sector un marco legal y normativo que regule su implementación, que proponga las condiciones para aprovechar este vector energético y su uso en la movilidad sustentable. Tenemos, en definitiva, que establecer los incentivos para que este mercado despegue y adoptar una estrategia general para acompañar el desarrollo de este nuevo paradigma energético. Lo importante es no demorar más lo urgente.