Reflotan las 62 Organizaciones Gremiales Peronistas ante la nebulosa política

Un sorpresivo nombramiento abre las puertas a un reacomodamiento del histórico brazo político del movimiento obrero y consigo el desafío de la dirigencia de revertir una actualidad preocupante del sello creado en 1957.

Por estos días son tres los espacios que se atribuyen la posesión del sello

Las 62 Organizaciones Gremiales Peronistas padecen en la actualidad las consecuencias de la falta de juego político y de estrategias de los dirigentes sindicales, con una atomización preocupante que no se registra desde tiempos de Vandor y Alonso.
El transcurrir de las décadas reflejó una pérdida de músculo de una estructura que otrora contó con poder real en épocas de Lorenzo Miguel, entre otros, y las decenas de diputados de extracción sindical que supo ubicar en el Congreso Nacional.
Por estos días son tres los espacios que se atribuyen la posesión del sello, el brazo político del movimiento obrero. Lo llamativo de las múltiples fuerzas que pugnan por el espacio, es la disociación existente entre estas y una realidad que marca un presente que arroja un dato demoledor: la cantidad de diputados y senadores que llegaron al congreso a través del histórico brazo político del movimiento obrero en la actualidad es cero.
Hoy la representación obrera en el plano electoral está en su piso histórico, desde el nacimiento del Movimiento Nacional Justicialista. Sin embargo nadie renuncia a seguir exigiendo el mítico 33% de los cargos en cada discurso ante los propios, lo cual ya comienza a parecer más una especie de rito tradicional obligado que la expresión genuina de un proyecto de poder.
“No hay solución gremial sin solución política”, dijo Perón. Y justamente uno de los rasgos que distingue al modelo sindical creado por el tres veces presidente, es la facultad de los sindicatos para participar de actividades políticas. Las aspiraciones de acceder al Poder Legislativo y/o Ejecutivo está en el ADN de los trabajadores peronistas desde su génesis.
En este contexto, hace días la Inspección General de Justicia (IGJ) nombró sorpresivamente a José Ibarra, de Conductores de Taxis, para convocar a la constitución del padrón de organizaciones que van a integrar las 62, el brazo político del movimiento obrero, que no tiene gravitación desde los años 80.
Esta intervención light constituye un proceso que traerá que hablar teniendo en cuenta la complejidad que arrastran las posiciones en el seno de la CGT y la falta de estrategia política que existe en las últimas dos décadas en la central sindical.

Las aspiraciones de acceder al Poder Legislativo y/o Ejecutivo está en el ADN de los trabajadores peronistas desde su génesis

Las seis, dos llegaron a la escena político sindical en 1957 como respuesta a la intervención de los militares fusiladores del 55 en la CGT. Fueron históricamente comandadas por la UOM, pero el poderío cayó estrepitosamente.
Después de un proceso contradictorio, conducido por Gerónimo “Momo” Venegas, que llevó al espacio a participar activamente en el gobierno de Mauricio Macri, y su posterior fallecimiento, la organización entró en un camino de disgregación llevando a una división en tres del sello histórico.
Tras la muerte de Venegas, Ramón Ayala -también su sucesor en la UATRE- continuó sin fuerza el proceso que desembocó en dos espacios: el que reclama el taxista Ibarra, vinculado con un armado amarillo, y el intentó construir Horacio Valdez del gremio del vidrio.
Sobre esa base, parte de la actual conducción de la central obrera busca formar un think thank, un IDEA del sindicalismo. Pero esto tiene fecha para dentro de unos meses. La pregunta que deberíamos hacernos es: sin agenda propia, sin objetivos claros, ¿cuál sería el objetivo de adelantar un rearmado de ese espacio sin claridad política? El resultado sería el de siempre; objetivos personales y actos inconducentes.
También es importante observar que a diferencia de lo que sucede a nivel nacional, un sello como el de la 62 a nivel provincial o municipal, con otra cultura política, puede tener un peso gravitante, poniendo a dirigentes en cargos expectantes de diputados provinciales y concejales. Dato: Ibarra fue hasta diciembre de 2021 senador provincial en su Salta natal.
Así las cosas, el desafío será definir si las cuestiones tácticas estarán por sobre las estrategias. Si el movimiento obrero no define estrategias, las acciones tácticas, como resurgir la interna de las 62, pueden resultar contraproducentes.