Peronismo seccional

Por Nahuel Palomo

La semana que tuvo como escenario la primera demostración de ¿unidad? del frente oficialista dejó una serie de preguntas de cara al año electoral. La incertidumbre de candidatos y la ausencia de lógicas esquemáticas. El riesgo de “armar” de manera seccional.

Si bien se especuló hasta último momento con la presencia del Ministro de Economía, su arribo le dio al encuentro un mayor volumen político

Merlo fue la sede del cónclave entre Sergio Massa, Axel Kicillof, Máximo Kirchner, funcionarios nacionales, provinciales, y decenas de intendentes y dirigentes territoriales del conurbano bonaerense. Si bien se especuló hasta último momento con la presencia del Ministro de Economía, su arribo le dio al encuentro un mayor volumen político. Excesivamente conocido es el buen vínculo entre Máximo Kirchner y el grupo de los intendentes con Insaurralde a la cabeza, pero pocas veces se había dado la presencia política de Massa, por fuera de su rol como funcionario.
Quienes oficiaron de oradores de la cena fueron el local Gustavo Menendez, el gobernador bonaerense, el ministro de economía nacional y el máximo referente camporista. Si bien coincidieron en la necesidad de que la Casa Rosada llame a una mesa política que diagrame la gestión de cara al año electoral y las principales estrategias de comunicación, no quedaron definidos los transmisores del mensaje ni la modalidad de la misma. Se entiende que la foto es un mensaje político de por sí y que el llamado al albertismo ya se hizo público.

La ausencia de la que poco se habló, pero que llama poderosamente la atención, fue la del intendente de La Matanza, Fernando Espinoza. Si bien desde el populoso distrito se justificaron con “cuestiones de agenda”, la lectura política que se puede realizar es que están decididos a reclamar por el lugar de la vicegobernación de cara al mandato 2023-2027. Si allá por el 2019 Alberto Fernández supo ser el autor de la vigente frase “Sin Cristina no se puede; con Cristina sola no alcanza”, la estrategia actual del peronismo bonaerense debería rezar “Sin La Matanza no se puede”. Conocedor de diagramas electorales, el jefe distrital hace valer su poder electoral y político.
Por primera vez desde que asumió su cargo como SuperMinistro, los esfuerzos por disimular la candidatura presidencial de Massa han bajado. La centralidad de su rol en la gestión, y ahora la escena política, sumado al reiterado mensaje que dejan trascender desde el Frente Renovador de “Si Sergio controla la inflación, sus chances crecen”, terminan de acomodar las fichas para pensar en su cara como protagonista principal de la boleta electoral. Para cerrar el combo, no se puede dejar pasar desapercibido el juego en tándem con Kicillof para reelegir en la provincia. El equilibro de las dos tribus con mayor fortaleza del Frente de Todos (FdT) se lee en esa división de roles. Sin embargo, solo se trata de jugadas que toman más o menos color.
La PASO presidencial que todos los sectores del FdT buscan, pero que pocos se animan a ofrecerle protagonistas, es el mecanismo que plantean desde el momento en el que ven imposibilitadas las discusiones internas. Daniel Scioli, de alta temporada política en La Bristol, señala que no accederá a competir si lo hace el presidente. El kirchnerismo, fiel a su tradicional hermetismo, no deja entrever señales sobre las posibles candidaturas de Wado De Pedro o hasta de la mismísima Cristina. Desde presidencia trasladan sus ya desgastados idas y vueltas de la gestión al armado político; en estos días estamos ante una levantada en su participación pública mediante spots y actos junto a los gobernadores, pero nadie se anima a predecir con qué voluntad accionarán mañana. Massa ata su suerte a la propia gestión del ministerio y espera la bendición kirchnerista mientras mantiene bajo perfil (otra discusión son los off y su equipo). ¿Los gobernadores? Parecería ser que a ninguno le sobra popularidad y gestión política en su territorio como para poder comenzar una aventura presidencial que, dicho sea de paso, no tiene el mejor de los horizontes.

Por primera vez desde que asumió su cargo como SuperMinistro, los esfuerzos por disimular la candidatura presidencial de Massa han bajado

Si una vez más los resultados del Censo pusieron en números específicos la supremacía poblacional y electoral de la provincia de Buenos Aires por sobre el resto, la dirigencia asistente a Merlo se encargó de dejar en claro que el armado político peronista tiene como puntapié inicial no a la provincia, sino a las secciones electorales. “La primera” y “La tercera” se convirtieron en palabras indispensables para el diccionario frentetodista. Si la política territorial es una marca de agua del siglo XXI, las secciones electorales son su foto por excelencia. El riesgo que corre el kirchnerismo es sabido, así como la fortaleza provincial se fue agotando, la estructura seccional puede sufrir el mismo devenir. La Matanza no es eterna, avisa Espinoza.
Si el kirchnerismo tuvo que ir resignando lugar y participación en provincias que le han sido esquivas, ya sea por diferencias dirigenciales o por falta de piel con la población, parecería ser que va camino a lo mismo con el interior de la provincia y el resto de las secciones diferentes a “la primera y la tercera”. La foto de Merlo se esmera por ser representativa, pero olvida la muy buena campaña que realizó Kicillof en 2019 al recorrer el interior de la provincia e intentar recomponer un vínculo con el campo que, desde 2008 para acá, fue complejo e incómodo. Lógico que son relaciones políticas heterogéneas y no lineales, pero si no se busca el establecimiento de puentes y nexos entre partes, el proyecto de país se ve disminuido al conurbano.

si el peronismo continúa resignando escenarios que le son hostiles por el simple hecho de que le genera incomodidad electoral, se termina reduciendo a una mínima expresión

Hay que remarcar que ni siquiera se está hablando de una construcción política metropolitana que englobe a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sino en un esquema de secciones. Sabido es que la CABA es esquiva electoralmente para el FdT, pero, una vez más, si el peronismo continúa resignando escenarios que le son hostiles por el simple hecho de que le genera incomodidad electoral, se termina reduciendo a una mínima expresión. Pensar los proyectos políticos desde un armado seccional y no desde una mirada plural, intersectorial y federal es un riesgo que profundiza la crisis de representación que sufre el peronismo. Crisis de representación si entendemos al peronismo como un movimiento colectivo que busca ser la voz de las mayorías populares, dado que para minorías intensas ya sobran partidos sectarios y excluyentes.