Expertos internacionales establecen 170 billones de dólares a favor de los países menos contaminantes del planeta

La lucha contra el cambio climático ha alcanzado un nuevo nivel de urgencia en la agenda global.

El área de Ambiente del CEDyAT realizó el miércoles pasado una Jornada en torno al último informe internacional sobre «La compensación económica por la apropiación atmosférica»

El encuentro tuvo la coordinación del Eduardo Conghos, abogado y especialista internacional en derecho ambiental, docente universitario y consultor que actualmente trabaja junto al Instituto Nacional del Agua (INA) en el desarrollo del Estudio de Impacto Ambiental para la Extensión de Vida de la Central Nuclear Atucha I en la provincia de Buenos Aires a cargo de la empresa estatal Nucleoeléctrica S.A. que el Centro de Vinculación Tecnológica – CEDyAT – articula como UVT habilitada por el Poder Ejecutivo Nacional dada su expertis en el sector energético.
La apertura del evento estuvo a cargo del Director Ejecutivo, Fabian Ruocco, que dió la bienvenida a todos los presentes manifestó que «a veces resulta difícil entender y hablar sobre cambio climático, ya que usualmente tiene un abordaje muy científico y técnico. Por esta razón, la iniciativa pretende acercar la temática desde lo económico es un desafío también para explicar que nuestra riqueza en bosques y biodiversidad de las múltiples eco-regiones que tiene nuestro país aporta una innovadora visión para abordar la realidad ambiental desde el punto de vista económico, analizando sólidamente las bases de nuestra posición como acreedores climáticos ante los países desarrollados que son los verdaderos contaminantes del planeta».
Luego los presentes recibieron copia del estudio publicado recientemente en la revista científica Nature Sustainability que ha arrojado luz sobre un enfoque innovador y desafiante para abordar las desigualdades climáticas entre las naciones: La compensación por apropiación atmosférica (2023), de acuerdo con Donut Economics Action Lab del cual se desprendieron las actividades realizadas.
Tras la apertura del encuentro El Dr. Conghos inició su exposición explicando que «la comunidad científica ha sido firme en su advertencia sobre los peligros que enfrentamos debido a las emisiones excesivas de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. A medida que las conversaciones internacionales sobre el cambio climático continúan evolucionando, la deuda climática emerge como una herramienta con el potencial de transformar la forma en que enfrentamos el desafío global más apremiante de nuestro tiempo. Es importante el trabajo que realizan en Instituciones tan prestigiosas como el CEDyAT de visibilizar los otros aspectos del calentamiento global para profesionales de las diferentes disciplinas con las cuales interactúa en el desarrollo de sus proyectos».
La noción de compensación financiera por deuda climática ha estado ganando terreno en las negociaciones internacionales. En la Conferencia de las Partes (COP) 27 en Egipto, se estableció un Fondo de Pérdidas y Daños para apoyar a los países afectados por el cambio climático, representando un paso histórico hacia la justicia climática. Este fondo reconoce la responsabilidad de las naciones más industrializadas en financiar la adaptación y la recuperación en aquellos lugares que sufren las consecuencias de su actividad pasada. Abordar el cambio climático es un llamado a la responsabilidad social a nivel global.
Según datos del Sistema Nacional de Monitoreo de Bosques Nativos de Argentina, el país cuenta con más de 47 millones de hectáreas de bosques. Ese total está distribuido en siete regiones forestales: Parque Chaqueño, Yungas, Selva Paranaense, Monte, Espinal, Bosque Andino Patagónico y Delta e Islas del río Paraná. Cumplen la función de regular el clima y proteger los suelos fértiles. Necesitamos los bosques para sobrevivir. Es imposible pensar nuestra propia supervivencia sin las funciones que brinda la naturaleza, como la polinización de los cultivos, el ciclado de los nutrientes en el suelo o el almacenamiento de carbono para mitigar el cambio climático.
La idea detrás de la compensación por apropiación atmosférica es simple pero poderosa. Las naciones industrializadas, que han sido históricamente las mayores emisoras de gases de efecto invernadero, han contribuido en gran medida al problema del cambio climático. Argentina se suma entonces al listado de los «acreedores climáticos» con bajas emisiones se enfrentan a las consecuencias de este fenómeno global, a pesar de contribuir mínimamente a la crisis. La compensación propuesta por los expertos internacionales busca abordar esta desigualdad al financiar medidas de mitigación y adaptación en los países afectados.
El estudio, coescrito por Andrew Fanning y Jason Hickel, presenta una propuesta audaz: las naciones industrializadas responsables de niveles significativos de emisiones de dióxido de carbono generan una asombrosa deuda climática por $170 billones de dólares en compensación para 2050. El objetivo de esta deuda climática es garantizar que se cumplan los ambiciosos objetivos de cambio climático establecidos para ese año. Este enfoque trasciende las fronteras políticas y económicas y se basa en la noción fundamental de que el clima es un recurso común compartido por toda la humanidad. La magnitud de la compensación plantea cuestiones cruciales sobre la responsabilidad y la equidad en un mundo interconectado.

La cantidad de $170 billones es aproximadamente el 7% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial anual, un recordatorio impactante de la escala del desafío climático

Esta suma se distribuiría entre los países de bajas emisiones que necesitan acelerar la transición hacia economías más limpias y sostenibles como el caso argentino. El objetivo es proporcionar recursos financieros vitales para que estos países puedan reducir sus propias emisiones y abordar los efectos adversos del cambio climático.
El estudio revela cómo algunas de las naciones más industrializadas podrían contribuir a esta compensación global. Por ejemplo, el Reino Unido enfrentaría la posibilidad de pagar $7.7 billones por emisiones excesivas de CO2 hasta 2050. Por otra parte, Estados Unidos podría enfrentar una deuda climática aún más significativa, con una posible compensación de $80 billones durante el mismo período.
Para calcular estas cifras, los investigadores emplearon un enfoque basado en la evidencia y la equidad. Se tomaron en consideración los «presupuestos de carbono» globales establecidos por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC). Estos presupuestos reflejan los límites de emisiones que el mundo puede permitirse para evitar los peores impactos del cambio climático. Comparando estas asignaciones equitativas con las emisiones históricas de cada país, los investigadores pudieron determinar la magnitud de las compensaciones.
En última instancia, el análisis señala que la deuda climática es un tema de responsabilidad social para corregir las desigualdades climáticas al proporcionar recursos financieros a las naciones que enfrentan pérdidas y daños debido a la apropiación injusta de la atmósfera por parte de los países más industrializados.
La propuesta también refleja la creciente comprensión de que el cambio climático es un problema compartido que requiere soluciones compartidas. A medida que los países se esfuerzan por cumplir con los objetivos del Acuerdo de París 2015 y limitar el calentamiento global a 1.5°C, la compensación emerge como una herramienta valiosa para acelerar la acción global.
El encuentro concluyó con la aplicación práctica de la web interactiva del estudio que permite explorar cómo funciona este sistema de compensación y cómo podría impactar a diferentes naciones. Esta innovación fomenta la transparencia y la participación pública en un tema crítico para el futuro de nuestro planeta.