“¿Cómo se vuelve de esta vergüenza?”, se preguntó el abogado de Cristina Kirchner, Carlos Beraldi, después de dejar en ridículo cada una de las acusaciones.
¿Cómo se sale de este ridículo? ¿Cómo se vuelve de esta vergüenza?
Para hacerlo, utilizó todo lo ocurrido durante el juicio, donde los fiscales Luciani y Mola vieron hundirse sin remedio todos sus argumentos. Hoy sigue el alegato y se anuncian pruebas aún más asombrosas.
“¿Cómo se sale de este ridículo? ¿Cómo se vuelve de esta vergüenza? ¡Pidieron 89 años de prisión a los distintos imputados sobre la base de mentiras! ¡Nunca vi mentir en un juicio de esta manera! ¡Todo es un disparate y lo hemos demostrado punto por punto!”. Al defensor de Cristina Fernández de Kirchner, Carlos Alberto Beraldi, de habitual tono calmo y docente, le brotó la indignación por casi todos los poros. A lo largo de seis horas y 56 minutos expuso las evidencias que muestran que los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola no cometieron errores, sino que “mintieron descaradamente, nunca buscaron la verdad”.
Beraldi se concentró en destruir la acusación principal sobre una supuesta asociación ilícita que habría encabezado CFK y, a través de las leyes de Presupuesto y otros instrumentos, benefició al constructor Lázaro Báez.
“mintieron descaradamente, nunca buscaron la verdad”
Entre las muchas pruebas, Beraldi exhibió algunas que no se conocían antes. Por caso, en los presupuestos de 2010 y 2011, la oposición de entonces presentó proyectos alternativos y en todos los casos figuraban exactamente las mismas obras para Santa Cruz y por los mismos valores. El primer proyecto alternativo lo firmó Alfonso de Prat Gay, y el segundo un gran cantidad de diputados opositores. O sea, los mismos Presupuestos con los que quieren condenar a Cristina Kirchner y que supuestamente beneficiaban a Baéz, en el rubro de las obras de Santa Cruz, fueron idénticos a los sostenidos por los opositores.
Beraldi además destrozó las hipótesis de que las obras no se hicieron o que no conducían a ningún lado o que los fondos no tenían control alguno. Pero sobre todo, respecto a Cristina, demostró que en el juicio no hubo un solo testigo que dijera que la expresidenta sugirió o pidió algún cambio para favorecer al constructor santacruceño.