La central protagonizará la primera movilización masiva en la era Fernández. Sin un foco claro, en modo de advertencia.
“Lo que no se discute en un escritorio, se discute en la calle”
“Lo que no se discute en un escritorio, se discute en la calle”, sentenció un dirigente sindical a Mundo Gremial. La pregunta que siguió fue: ¿qué está en discusión? La respuesta, aún poco clara, llegó en forma de comunicado en la tarde de ayer. La central sindical emitió un escrito con demandas varias que apuntan al resguardo del empleo y los salarios. Una especie de cerco al gobierno.
Aunque evitó dirigirse a la gestión de Alberto Fernández, el movimiento obrero sabe que está pasando algo inusitado para sus propios afiliados y para un votante que acompañó fuertemente en las últimas elecciones al Frente de Todos. Hoy el 45% de los trabajadores conveniados está bajo la línea de la pobreza. Algo inédito que para la CGT y sus integrantes.
El ahogante endeudamiento con el FMI y un proceso inflacionario que depreda los salarios describen un escenario económico acuciante para los gremios, ante un gobierno que adecúa clavijas. En criollo: ajuste
Si el ajuste viene por tarifas y energía, muchos dirigentes saben que son ellos quienes lo pagan. Y entienden que ni con paritarias al 90%, resolverán el problema de fondo. Por eso la convocatoria a un «nuevo contrato social» y a profundizar el «diálogo social institucionalizado». Un llamado de alerta. Una advertencia.
El ahogante endeudamiento con el FMI y un proceso inflacionario que depreda los salarios describen un escenario económico acuciante para los gremios, ante un gobierno que adecúa clavijas
Públicamente hay un fuerte apoyo al proceso que se inició con la asunción de Sergio Massa en Economía. Cada sector de CGT hizo lo propio y el superministro es conciente del respaldo. Pero los gremios necesitan tener señales claras para el sector. Después de un auspicioso inicio de gestión con la promesa de renovar un acuerdo con empresarios por precios y salarios, la convocatoria al diálogo quedó en stand by y la mecha es cada vez más corta.
La movilización es una medición de fuerza, que hace mucho que la central no daba una. Pero esto puede ser solo el inicio de una posición incómoda que empieza a tener el sindicalismo de un gobierno que vio como propio y que tiene un alto costo en cada paso que da.
El caso Moroni es una muestra. Los popes cegetistas fueron contundentes en respaldar al ministro de Trabajo, en la actualidad el único funcionario de primera línea oriundo el albertismo y uno de los principales interlocutores con los gremios, aún más con Héctor Daer y los Gordos.